Este año todo estaba planeado para que el viernes 13 de julio todos los 
factores convergieran en un único objetivo: acabar Ehun Milak. Había 
sustituido mi anterior planteamiento anárquico de los entrenamientos por
 una temporada diseñada por Gontzal Sanz aumentando cantidad y calidad 
de los entrenamientos. Es cierto que por muchos factores (trabajo, 
familia, economía...), la participación en otras pruebas como 
preparación sigue siendo mi talón de aquiles. Sin embargo, tras Costa 
Brava Xtreme Racing, las sensaciones fueron buenísimas. Desde entonces, 
dos meses me separaban de Ehun Milak. Salvo dos pequeños parones de 
cinco días (virus intestinal y problemas en el pie), la preparación se 
ha cumplido según lo previsto.
 Llegué a Beasain pleno de 
confianza y en bastante buena forma (El peso sigue siendo uno de los 
"peros" a solucionar en los próximos meses). He adelgazado algo, pero 
cinco o seis kilos más tienen que desaparecer. Menos peso, más 
velocidad. Al llegar a Beasain, como siempre ambiente excelente. 
Finalizo cuanto antes todo el trámite de dorsales y bolsas técnicas, y 
me dirijo a comer temprano. Allí empiezo a sentirme nervioso y noto como
 cada vez me cuesta más tragar. Tomo un cafe con hielo en la misma 
cafeteria que el año pasado (¿será supestición?) y respondo a las 
llamadas y mensajes de los amigos y familiares que me desean suerte en 
esta aventura. Me dirijo al párking, busco una sombra y tumbado en la 
esterilla intento leer y no pensar en lo que se avecina. Son las cinco, 
me visto, cojo la mochila y entro en la plaza para activar el chip. Ya 
no hay vuelta atrás, van pasando los minutos que quedan hasta las seis 
de la tarde. Aurresku de honor, bertsos, mensaje de Valdi y el alcalde 
(participante de la prueba "corta"), y se da la salida. 
   Ya no hay nervios, solo un reto por completar. Desde el 
segundo kilómetro se empieza a notar donde nos encontramos: subidas 
duras, bajadas duras. El calor aprieta mucho y voy al ritmo que 
pretendía (6,5-7 kms/hora). En un par de horas el tiempo cambia y el 
calor sofocante desaparece para dar paso a viento, fuerte lluvia y 
niebla en las cimas. Sobre el km. 20 me detengo para ponerme el 
chubasquero y empezar a hacer uso de los bastones en las subidas y 
bajadas. La humedad se empieza a notar en el camino y las subidas se 
hacen más penosas y las bajadas más peligrosas. Tras el control de 
Urretxu me coloco el frontal para hacer frente a la oscuridad que 
empieza a hacerse patente.Dejo Urretxu y tras una fuerte subida la 
consabida bajada resbaladiza en un pinar o hayedo (no se veía ni torta).
 Me resbalo y caigo sobre la cadera resbalando unos metros. Me agobio 
porque al principio me duele. En unos minutos llego a un 
avituallamiento, descanso brevemente en una silla, y ese respiro (junto a
 un café solo) parece ser suficiente para que se me pasen todos los 
males que empezaba a arrastrar (molestias en la cadera, frío, 
humedad...). Superado ese bajón llamó a Lupe sobre las 23 hrs. antes de 
que se acueste y le digo que todo va OK, que he superado el primer bajón
 de la noche y que la llamo al llegar a Tolosa. (¡Pobre de mí). Sigo 
subiendo y bajando. Aunque ya apenas llueve el suelo está muy 
resbaladizo y resbalo en una pendiente en bastante mal estado (camino de
 carretero con mucha piedra pulida). Caigo sobre el hombro, me hago 
mucho daño. Unos compañeros que venían por detrás se interesan por mi 
estado al haber oído la caída y les digo que todo OK, pero que avisen en
 el siguiente avituallamiento por si acaso. Sigo bajando por la misma 
pendiente y no he hecho ni cuatrocientos metros cuando me caigo de 
nuevo. Sobre el mismo hombro. Ahora no me puedo levantar. El hombro se 
ha salido hacia atrás. Pasan unos minutos hasta que un compañero llega y
 me ayuda a girarme, al caer sobre la espalda el hombro vuelve a su 
sitio. No os podeis imagina el dolor, creo que me oyeron gritar en todo 
el valle. Me tiembla todo y a duras penas me pongo en pie. Le digo al 
compañero que baje a su ritmo,pero que avise a la Cruz Roja. Me duele 
mucho el hombro, apenas puedo apoyar el bastón y pienso ya que hasta 
aquí ha llegado mi participación en Ehun Milak. Si ahora, en caliente me
 duele así, no quiero pensar como será en unas horas... Antes de llegar 
al siguiente punto de control, me encuentro con el 4x4 de la Cruz Roja 
que me recojen y me trasladan a la ambulancia. De allí al Hospital de 
Mendaro, donde me hicieron placas y descartaron cualquier tipo de rotura
 o fisura. Entró sin dañar ningún tendón o músculo y eso es mucho de 
cara a la recuperación.
    Esa fue mi corta e intensa aventura en Ehun Milak. Poco más 
de cuarenta kms. que dieron para mucho. Antes de que se olvide quiero 
agradecer a todos los miembros de la organización los ánimos y el apoyo 
que nos brindaron. Particularmente a Valdi, artífice de esta locura, que
 tuvo la atención de llamarme ayer para interesarse por mi estado. A 
todos los compañeros que iban por delante, por detras, a los que 
terminaron, a los que se retiraron y en especial a todos los que se 
intersaron por mi estado, porque esa actitud es la que hace de este 
deporte algo especial que nunca he visto en ningún otro.A todos los amigos y familiares que me han aguantado en estos meses de preparación y han sufrido durante las horas de carrera. A Gontzal Sanz, por los entrenamientos tan efectivos que ha diseñado y el disgusto que se ha llevado al enterarse de la caída. A Isa, mi fisio, por ponerme a punto para esta carrera y las que vengan.
   A todos ellos decirles gracias, y recordarles que no se librarán de mí tan fácilmente. Hoy he trotado algo y apenas tengo molestias. Mi cabeza ya está empezando a maquinar nuevos retos, y uno de ellos tendrá como punto de partida, Beasain. ¡Nos vemos las caras el año que viene!
   






 
 
 
 
 
 
 
